Comenzamos besándonos, sutil y asustados besos.
Seguimos tocándonos, palmo a palmo nuestros cuerpos.
Luego el tiempo nos quedó lento y el espacio nos quedó poco
y el deseo cada vez era mayor.
Me abrazaste bruscamente y te pusiste de pie,
mis piernas rodearon tu cintura, mientras caminabas a mi cuarto.
Me besabas el cuello y yo acariciaba tus mejillas.
La cama estaba fría, la ropa moría por el suelo,
y la vida la sentía en cada latido acelerado de tu pecho.
Nosotros, como tantas veces lo habíamos hablado,
como tantas lo habíamos imaginado, estabamos ahí
ya desnudos, amándonos por primera vez.
No recuerdo los detalles, solo quedán mis sensaciones.
Te miro dormido y solo espero que llegue la mañana.
Quizás vuelvas a amarme.
Dormido, te beso.
Laura de la Rosa
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