sábado, 21 de agosto de 2010

Todo lo pague con sexo... buen sexo como el me enseño en EL CLUB DE LA MARMOTA

Vicky , mi vieja, es muy divertida y tiene cada salidas… Cuando con Alejandra, mi mejor amiga, nos juntamos siempre recordamos los consejos de mi mamá. Desde que su vida cambió con la aparición del rollo sussex, hasta que el huevo se hierve 8 minutos y nada más o lo que hay que hacer si viene un degenerado.

Siempre que recuerdo eso se me marca una sonrisa. Recuerdo que se iba a la noche a estudiar y nos quedábamos en casa con mis hermanos y con Ale esperando a que llegue mi viejo. Antes de salir, mamá nos miraba y nos decía:

-Si viene un degenerado no lo hagan pasar- nosotras nos reíamos a carcajadas , primero porque es lógico que no lo íbamos a dejar pasar y luego porque hacíamos el análisis de cómo sería un posible degenerado. ¿Cómo lo distingo?¿ Hay algún manual?,¿ No era más fácil decir, no le abran la puerta a un desconocido y listo?.

Eso sí, siempre me dijo que nunca hablé con extraños en la calle y menos me suba al auto con uno de ellos.

Era verano, tendría 17 años, iba a la calle Paraná a comprar una remerita, esa noche salía a bailar con los chicos de teatro. Esteban pasó con el auto, frenó y me dijo:

-¿Te llevo?

Mi respuesta fue un rotundo sí, sin pensar en Vicki y sus consejos… Si ella me hubiera visto, si se hubiera enterado, creó que recordaría la paliza que me hubiera dado.

La misma que me hubiera dado si se hubiera enterado también, que me acosté con él en la primera cita… Si ya se, no digo que soy una puritana, me he acostado con hombres en la primera cita, pero no a los 17 años y hace muchos años atrás.

Esteban fue uno de esos hombres inolvidables, lo conocí a los 8 años, era una nena cuando pasaba por la puerta de su casa y lo miraba y él me sonreía. Tenía 33 años más que yo y nunca me habló hasta esa tarde de mi primer verano de egresada. Y aún me cuesta entender como se animó… decía que me lo comía con la mirada… Y puede ser que sea así, siempre me gustó provocar.

El me enseño todo lo que debía aprender. El me explicó como era el sexo y como era el amor, me enseñó a disfrutar, a darle placer al otro, siempre darle placer. Me enseñó a convertirme en un ser inolvidable en la vida de cualquiera y me aclaró desde la primera vez, que yo no iba a ser la mujer que compartiera su vida. Me lo dijo claramente…”Chiquita vos sos una nena, te falta mucho, necesitas un hombre que quiera formar una familia con vos… Y ese no soy yo.

Estuve en su cama durante casi 20 años, lo vi casarse por segunda vez , vi nacer a sus hijos más chicos, lloré por querer ser esa que compartiera su historia, pero comprendí con el tiempo que no hubiéramos llegado a nada juntos y que tuvimos mucho más siendo dos seres escondidos.

Un día le dejé prestarme plata para comprarme un par de zapatos que me gustaban luego y sin darme cuenta , dejé que me mantuviera. Parece que hay un abismo entre una cosa y la otra pero no lo es, sin darte cuenta un día te compra ropa, otro te ayuda a pagar el alquiler, te lleva al super hasta que todos los meses te entrega un sobrecito con tu plata. Él compró el departamento en el que vivo, en las mejores épocas de la etapa menemista, pagó mi facultad, compró mi primer auto, mi segundo y el que tengo ahora. Y no fue gratis, no, todo lo pagué con sexo, buen sexo como él me enseñó.

Creo que si Vicky supiera que crió una hija que se prostituía sin querer creerlo, no hubiera estado muy orgullosa, siempre le mentí, nunca le conté de donde conseguía mi dinero, inventé trabajos bien pagos, inventé vacaciones en cuotas con mis amigas, mientras mi viejito me llevaba al Caribe.

Mi viejito… odiaba que le diga así… un día le dije adiós y la verdad fue porque ya nada de él me atraía. Ya tengo una mejor posición, un trabajo importante. Soy joven y me enamoré de un hombre que me gusta mucho. Ya no lo necesitaba.

Y el pobre Esteban se ve que sufrió, anoche me avisó su abogado, que había fallecido. Que ni se me ocurriera pasar por el velorio porque antes de morir le contó a su esposa y a sus hijos que siempre había estaba enamorado de mí.

Dejó la quinta a mi nombre y la casita de Pinamar. También la agencia de motos de Avenida Libertador cerca de Las Olas Boulevard. Y abrió una cuenta en dólares para que estuviera tranquila por varios años de mi vida.

Al principio pensé si me merecía todo esto y llegué a la conclusión que sí que lo merezco y que es mío, porque todo lo pague con sexo, buen sexo como él me enseñó.

¿Te acordás Nestor... era todo tan divertido juntos?

sábado, 26 de junio de 2010

Amarres en EL CLUB DE LA MARMOTA


Amarres- hechizos- trabas

Recupera a tu hombre


Decía el cartel en la puerta , un pasillo gris de unos treinta metros separaba la calle de la casa que me esperaba. Cruzarlo o quedarme ahí era mi decisión y no era fácil. De eso dependían las demás decisiones a tomar.

Soy partidaria de que la vida es una sucesión de causa- efecto y que nada ajeno va a cambiar el rumbo de las cosas. Siempre supe elegir, hablé y me atuve a las consecuencias. Pero últimamente voy trastabillando y he llegado a un punto de desesperación tan grande que me encuentro en la puerta de este lugar, a punto de hacer algo tan alejado a mi pero a la vez, hoy, tan cercano: amarres y hechizos.

Nunca creí que iba a llorar tanto por un hombre, que una separación me iba a quitar el hambre, el sueño, la posibilidad de trabajar, de atender y hasta de pensar. Que mi mundo iba a girar en el hecho de estar sola, sin él, de no tenerlo y no poder aceptar que no me quiera. Siempre creí que el amor es compartido pero hoy no me importa, no soy nada si no estoy con él.

Entré y el aroma a incienso se sentía cada vez más intenso. Al llegar al fondo, me encontré con un pequeño patio con flores e imágenes de santos y una puerta con un cartel que indicaba:Golpeé y espere a ser atendido.

Toqué la puerta con firmeza y me senté en una silla de mimbre, un perro mediano de color té con leche merodeaba y olía mis zapatillas.

- Toto, no molestes a la señora- dijo una voz que salía del cuarto. Cuando la puerta se abrió salió un hombre morocho, de rulos y una sonrisa bien blanca. – Buenas tardes, soy Roberto Hugo, en que puedo ayudarla.

Le mostré la tarjeta que llevaba en mi mano.

- ¿Estás segura?- preguntó.

- Totalmente.

Hizo ademán con la mano para que entrara y algo nervioso comenzó a revisar sus libros, yo sentada en otra sillita de mimbre observaba ese lugar que podría ser sacado de cualquier película de clarividentes. Luego de ojear encontró lo que estaba buscando. Tomó un trozo de papel y copió con un lápiz lo que supuse sería el conjuro.

- Debes saber que hay hechizos que no tienen vuelta atrás, que una vez que los haces nada va a cambiar. Hay efectos muy importantes, puedes quedarte sin trabajo, sin amigos, sin familia. Las personas pueden apartarse de ti, puede que ese hombre que amas sufra una dependencia absoluta aunque no te ame, puede enfermarse, pero siempre va a estar contigo.

- Nada es peor que estar sin él- respondí.

- Hay cosas mucho peores. Las consecuencias pueden ser funestas. ¿Eres consciente que vas a utilizar magia negra?

- Si.

- ¿Y vale la pena?

- La vale.

- Hay otras opciones, hacer un hechizo de magia blanca, tener fe y él puede llegar a volver contigo.

- No. No, eso no es lo que quiero. Quiero que vuelva a mi y que nada, nunca más, lo quite de mi lado. No quiero volver a sufrir. ¿Qué consecuencias pueden ser peores de las que vivo ahora?

- Eres consciente que vas a ser capaz de manipular directamente la libertad o la capacidad de elección de ese hombre que decís amar.

- Que amo- afirmé.

- ¿Qué amas? Recordá esto entonces: toma tierra de su huella, humedécela con tus lágrimas y con agua de afrodita, sobre ella colocá una vela negra, enciéndela y has que él lea estas palabras. Cuando las lea, apaga la vela y será tuyo para siempre.

Me entregó el papel que antes había escrito, pagué la cantidad indicada en la misma hoja y salí apurada. Fui a unas de esas santerías que hay por la calle Panamá y compre la vela y la esencia. Luego me puse a pensar como conseguir tierra de su pisada. Recordé que en casa tenía una bolsita que había comprado para mis macetas. Fui apurada a buscarla y me acerqué hasta su casa, coloqué una capa fina casi imperceptible en la entrada y de lejos esperé que llegué, entre y no se de cuenta de ella. Y así fue, llegó como siempre, a la misma hora abrió la puerta y nunca se dio cuenta de lo que acababa de pisar.

Luego de un rato y cuando las luces se fueron apagando junté esa tierra en el más absoluto silencio y me fui a mi casa.

Ya tenía todo: la vela, el agua de afrodita, los restos de su huella y solo faltaban mis lágrimas. Comencé entonces a recordar estos últimos meses, nuestra separación, la ausencia y lloré como venía haciéndolo todos los días. Mis lágrimas cayeron entonces y lograron que juntara todo lo necesario para mi hechizo.

Era el momento indicado.

Me senté en la mesa coloqué la tierra humedecida con mis lágrimas en un plato, sobre ella el agua de afrodita, la vela negra y la encendí. Luego acerqué la computadora, abrí el msn y vi que él estaba conectado. Después de meses sin tener noticias, evitando hablarle y ser rechazada, puse mi estado como conectado y le hable:

Apagué la vela.

Ya sos mio hasta la muerte.


El Fin III: Evolución

Creímos que estaba completamente loca cuando decidió virar a la izquierda. Pero ahí se encontraba lo que deseaba ver. Era la majestuosa isla de los dinosaurios.

La realidad supera a la ficción, nos dijo , y se fue adentrando en ese mundo hostil.

Frente a ella un tiranosaurio rex. No era como el de la película.

Alan Grant decía que si se quedaban quietos el animal no los vería.

Sera cierto…

El golpe fue certero. Cayó al agua y no la vimos nunca más.

nado-sepia

jueves, 4 de febrero de 2010

El Fin II: Nieve




La nieve ya se percibía. Molesta. La escarcha sobre el sendero y mis pasos apurados no formaban un buen equipo. La desolación de la ciudad completaba este patético show.
Yo, que siempre me jacté de llevarme el mundo por delante caminaba depresiva por la calle. Ja ja, quien me viera.
(Encima esos malditos colectivos que vienen cuando quieren porque de conseguir un taxi ni hablar).
Falta poco ya.
Un ruido fuerte me sacó de mis pensamientos. Era una camioneta gris. ¿Y si hago dedo? Que hijo de puta. Que te costaba parar, no hay un alma y empezó a nevar más fuerte. Ya te va a pasar a vos alguna vez.
(Es verdad. El mundo, hoy, conspira contra mí.)
Bueno por lo menos ya veo mi casa. La caldera está encendida. Una vez adentro un baño caliente, mi pijama, la tele y un café. De filtro o batido o cortado o solo. Me da lo mismo.
(Ya ni me reconozco, ando desganada. ¿Será qué no tengo vida desde que me dejaste?)
Miro alrededor y noto que el frío es mayor. Ni todo el fuego del mundo, ni un edredón de plumas, ni los litros de café van a calentar mi alma.
(No sé porque pero desde hace un tiempo hasta odio las plumas.)
Si pudiera por lo menos olvidar esa imagen: Vos y tú total desprecio. Las valijas armadas y esa frase que repetías, – Ya decidiste, me voy.
(No puedo ser la culpable de todo.)
Y yo llorando, acabada, sin encontrar el menor sentido a lo que decías y creyendo que ibas a cambiar de opinión. Esperando y esperando.
(Desde ese día mi mundo está congelado.)
Ya es tarde, debería irme a dormir.
(¿Qué silencio, no?)
Me vuelvo a vestir y salgo a enfrentar la noche. La nieve es más cálida que el frío de tu ausencia y el hielo que es mi casa.

* El Club de la Marmota

martes, 19 de enero de 2010

El fin I: Llamas


La esfera plateada brillaba en el cielo oscuro aquella noche fría de septiembre.
Los pasos de los transeúntes marcaban el tic tac del reloj.
Los silencios eran pesados, el aire era imposible de respirarse con normalidad.
Ninguno de los hombres supo el por que de aquella decisión pero siguieron como hormigas ese camino lento y armonioso.
El jefe de la cripta llamó a los más altos representantes de cada especie. Como sin quererlo se acercaban uno a uno hacia esa figura sobrehumana.
Uno de los humanos, uno que no llegaba al metro sesenta de altura, desgarbado y de mirada asustadiza se sintió reclutado por la extraña sombra.
“Sos el elegido, le dijo.”
Él entró a la cripta y luego el mundo estalló en llamas.
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Texto de "El club de la Marmota"
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foto: Rita Saardi