jueves, 4 de febrero de 2010

El Fin II: Nieve




La nieve ya se percibía. Molesta. La escarcha sobre el sendero y mis pasos apurados no formaban un buen equipo. La desolación de la ciudad completaba este patético show.
Yo, que siempre me jacté de llevarme el mundo por delante caminaba depresiva por la calle. Ja ja, quien me viera.
(Encima esos malditos colectivos que vienen cuando quieren porque de conseguir un taxi ni hablar).
Falta poco ya.
Un ruido fuerte me sacó de mis pensamientos. Era una camioneta gris. ¿Y si hago dedo? Que hijo de puta. Que te costaba parar, no hay un alma y empezó a nevar más fuerte. Ya te va a pasar a vos alguna vez.
(Es verdad. El mundo, hoy, conspira contra mí.)
Bueno por lo menos ya veo mi casa. La caldera está encendida. Una vez adentro un baño caliente, mi pijama, la tele y un café. De filtro o batido o cortado o solo. Me da lo mismo.
(Ya ni me reconozco, ando desganada. ¿Será qué no tengo vida desde que me dejaste?)
Miro alrededor y noto que el frío es mayor. Ni todo el fuego del mundo, ni un edredón de plumas, ni los litros de café van a calentar mi alma.
(No sé porque pero desde hace un tiempo hasta odio las plumas.)
Si pudiera por lo menos olvidar esa imagen: Vos y tú total desprecio. Las valijas armadas y esa frase que repetías, – Ya decidiste, me voy.
(No puedo ser la culpable de todo.)
Y yo llorando, acabada, sin encontrar el menor sentido a lo que decías y creyendo que ibas a cambiar de opinión. Esperando y esperando.
(Desde ese día mi mundo está congelado.)
Ya es tarde, debería irme a dormir.
(¿Qué silencio, no?)
Me vuelvo a vestir y salgo a enfrentar la noche. La nieve es más cálida que el frío de tu ausencia y el hielo que es mi casa.

* El Club de la Marmota

foto: Rita Saardi