domingo, 4 de diciembre de 2011

Porque nunca me arrepentí


Las noches se convierten en un ritual cotidiano. Preparó la cena, la sirvo, acuesto a los chicos y una vez que la casa recupera su silencio, entro despacio a mi cama y trató de hacerme amiga de mi soledad.
Una de las cosas que me dejó la separación es que empecé a tomarle el gusto a estar sola y luego el imaginarme con alguien, se torna cada vez más complicado.
Anoche pensaba en cuanto tiempo hace ya que él no comparte mi cama. Cuanto hace que no esta conmigo… Cuanto tiempo hace que arruiné las cosas con esa  tonta fantasía de adolescente (ya madura). Y me sigo echando culpas, por que esta vez la cague solita, sin  ayuda de nadie. Me compré todos los boletos de la rifa a la boluda del año. Y me gané el premio mayor.
Él se había quedado con los chicos, yo me iba a la reunión de egresados…
En la puerta de la escuela me encontré con Alejandro, siempre tuvimos una asignatura pendiente él y yo.  Grandes amigos toda la secundaria, compañero de trampas y de aventuras.  Nos besamos solo una vez, aquella tarde de sol, una semana antes del día de la primavera, cuando estábamos en quinto año… jamás volvió a pasar pero los dos sabíamos que entre nosotros existía una tensión sexual que algún día teníamos que sacar a la luz . Esa noche, al reencontrarnos, no pude evitar seguir su juego.
En la puerta me dijo…” y si en lugar de entrar a esta fiesta pedorra, nos tomamos una cervecita en el río, como hace años…” y yo sin pensarlo dije: “si”.
Fuimos en su auto, compramos un par de Iguanas que era la primera cerveza que él me hizo probar y después de unas charlas y unos besos terminamos en el telo más cercano.
Luego, a eso de las cinco de la mañana,  me llevó a casa y a hacer borrón y cuenta nueva. Había cumplido mi sueño de la juventud. Había  terminado con el flaco en la cama.
Al llegar a casa, mi marido estaba esperándome en el living despierto. Me asombré al verlo, me preguntó donde había estado y le mentí.
Me lo preguntó una y más veces y seguí mintiendo.
-          “En la fiesta de egresados con los chicos de la secundaria, amor.”
Y mientras le mentía lograba enfurecerlo más y más…
Ahí descubrí que el nene, había estado con fiebre alta, que lo llevó a la guardia del hospital  y el médico le diagnosticó escarlatina. Como no sabe tomar decisiones solo, me fue a buscar a la escuela y quedó como el gran cornudo cuando un par de brujas cizañeras le dijeron que no estaba y que me había ido con el flaco Almada hacía un par de horas.
Luego no pude mentirle más. Confesé mi pecado y él se fue de la casa.
La peor de mis credulidades fue la de pensar que él me iba a entender…
jaja… como si yo fuera a entenderlo,  si me contara que se acostó con alguna compañerita del trabajo. Jamás se lo hubiera perdonado, jamás le hubiera creído una palabra. Y sin embargo esperé el perdón.
Cada vez que viene a casa a traer o a buscar a los chicos, ni siquiera me mira a la cara. Está más delgado, quizás un poco más viejo. Pero lo peor es que está enojado.  Pero no porque me acosté con el flaco, sino porque nunca me arrepentí.

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foto: Rita Saardi