domingo, 4 de diciembre de 2011

Sucio


Voy a empezar por el principio de las cosas, lo dejé morir.
Me producía ya un asco que me enfermaba.
No entiendo como alguna vez puede haber estado enamorada de una persona tan desagradable. Era Sucio. Cuando digo sucio no me refiero a que no se bañara. Su actitud era sucia. Mal perdedor, egoísta, maquiavélico. Tenía tantos defectos como los que pudieran existir y me gustaba porque era hermoso.
Me excitaba su mirada obscena. La bestialidad de su sexo. El poco tacto para hablarme. Jamás una flor, jamás una palabra de aliento o de ayuda.
Hasta que llegó la convivencia, y las delicias que me producía el hombre recio animal se convirtieron en la pesadilla de mi cotidianeidad. Ya no lo soportaba. Él se daba cuenta, pero como era lógico, no le importaba.
No tuvimos hijos gracias a Dios, porque toleraría una vida desdichada para mi, pero no para una criatura.
Hasta esa noche bendita o fatal en que él miraba a Tinelli por televisión .Estábamos cenando y lo vi reír por las obscenidades de no se que gato del momento. Lo vi reír a carcajadas. Vi la carne de las empanadas en su boca, su lengua sucia de relleno, distinguí las cebollas. Vi su saliva. Y su tos fuerte que se mesclaba con la carcajada. Sentí que se ahogaba, que le costaba respirar. Se tomaba la garganta con las manos y me miraba buscando ayuda. Mientras caía al piso sin poder ya respirar me acerque a él. Lo miré a los ojos …
-Comé con la boca cerrada, cuantas veces te lo dije, sucio…
Me acerqué al teléfono y llamé al 911… yo sabía que ya era demasiado tarde…
-Hola… mi marido ha tenido un accidente…

foto: Rita Saardi